domingo, 29 de marzo de 2009

El Demonio Meridiano


Luego de morir mi abuela me he alejado de todas las cosas espirituales. No es algo inusual. Realmente pasa una y otra vez.

A ratos todo esto me parece una enorme mentira. ¿Jesús? ¿la vida eterna? ¿Dios? ¿solo un engaño, una irregularidad de mi sistema nervioso central que he elevado al nivel de realidad externa? Si, otros muchos andan (y han andado) en las mismas pero ¿eso lo hace real?

Mi pequeño retrete de oración está presidido por una imagen de la Virgen del Carmen que heredé de mi abuelo. Ilustra el privilegio sabatino una leyenda piadosa que dice que la Virgen del Carmen sacará sin falta a todos sus devotos del purgatorio el sábado siguiente a su deceso para llevarlos al cielo. El escapulario es una especie de salvoconducto entonces, un ticket VIP para la gloria eterna. Es curiosos que las imágenes actuales de la Virgen del Carmen omitan esa estampa del fuego eterno y la gente esperando su pase al cielo. Supongo que ya no es muy popular.

Ahora no sé si pedir fé o simplemente abandonarla. También sé que volveré a sentarme y decir con el salmista Señor abre mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

No puedo irme, aunque quiera.