jueves, 25 de diciembre de 2008

Tristeza....


Es lo que me ha dado al leer declaraciones de Benedicto XVI comparando la homosexualidad y la transexualidad con la destrucción de la Amazonia y los crímenes contra el medio ambiente. Lo primero que hice, luego de frotarme los ojos para ver si había leído bien, fue ir a la fuente para asegurarme; los medios suelen exagerar y tergiversar esas cosas, me dije. Pero no, de verdad lo había dicho.

Me considero a mi mismo Católico practicante pero no comparto la postura del jefe de mi Iglesia. No existe en primer lugar ninguna "ley natural" que haga de los homosexuales unos enfermos y su unión en familias funcionales una aberración. En la mayor parte de las sociedades humanas, si no en todas entre el 5 y el 10% de sus integrantes son homosexuales "por la gracia de Dios". Mis pacientes homosexuales en su mayor parte no fueron "pervertidos" por nadie; simplemente al llegar a la adolescencia se dieron cuenta de que no eran como los demás. Creer que asumir una preferencia sexual que los va a condenar al ostracismo social cuando menos, si no a la cárcel y a la muerte (en algunos países) es el resultado de una decisión consciente en contra de sus "inclinaciones naturales" es una idiotez.

Los homosexuales siempre serán una minoría y como tal merece ser tratada con las mismas oportunidades y respeto que los hetero que les rodean. Eso incluye la oportunidad de casarse e, incluso, de criar hijos. No hay ninguna evidencia de que eso les produzca algún daño a los niños, si bien podría estudiarse. La mayor parte de los personas de mi país son hijos de madres solteras y, aunque eso no es bueno tampoco los imposibilita para ser felices.

Lo mas triste de todo es el Papa me cae simpático. Me devoré Deus Caritas Est, su primera enciclíca y pareció un buen punto de partida pero cada vez se aparta más de los que acudimos a él para reinterpretar la buena noticia en estos tiempos. Al igual que las católicas que usan generosamente la anticoncepción hormonal, estas palabras se perderan en el silencio mientras se amplian los derechos de los homosexuales en todos los paises civilizados con los votos aprobatorios de esos mismos católicos.

Una paciente mía, lesbiana en sus 40tas habló largo y tendido conmigo sobre sus inquietudes espirituales. Se sentía, claro está, excluida. Sin ser célibe no podía ser Católica y punto. Las puertas del cielo estaban cerradas para ella.

Le dije que probara con la religión Wicca.

A la Diosa si que parece no importarle.

1 comentario:

JAVIER AKERMAN dijo...

Los caminos al Señor son iluminados por su luz.
Un fuerte abrazo hermano, y feliz 2009.